jueves, febrero 19, 2009

Cómo fracasar en la cata de vinos alcanzando la felicidad.



Argentina es un productor de vino reconocido en la actualidad y desde décadas los argentinos han estado en contacto, quien más quien menos, con la industria vitivinícola. 


Cuando no existía la coca cola sobre la mesa del almuerzo ya se acompañaba con una mezcla refrescante de vino y soda. Claro que el vino común de mesa no era muy agradable sin diluirlo en burbujas pero en la mayoría de los hogares el gusto del vino agregaba color y sabor a las comidas. Y a pesar de tan temprana iniciación mi paladar no se formó en libaciones depuradas de vino de calidad.


En febrero de 2008 fui invitada a un viaje de degustación de vinos al norte de Santa Bárbara, California,  alrededor de San Luis Obispo. Cada viaje trae aparejado una experiencia especial con enseñanzas de vida y de pasiones, en SLO aprendí qué significa catar y cómo después de un arduo día de visitas a las bodegas boutique es difícil caminar en línea recta......por la carga de botellas, conocimientos y sabores.....Pero además es mucho más agradable analizar el aprendizaje mirando en perspectiva.


Tal vez lo que aprendí le sirva a alguien, siempre sucede así, a veces uno se olvida y deja de lado esos pequeños detalles denominados cultura,  y quienes no están tan atiborrados de detalles aprovechan mejor los bocados. 


- Hay que aprovisionarse de una jarra de agua, botella o copón,  para poder limpiar el paladar después de cada cata. Si no tienes a disposición usa un florero, porque no hay nada peor que probar un vino que deja residuos en la boca y a continuación llega el que supuestamente es la estrella de la boutique. Aunque los peritos catadores escupen el vino que prueban, por razones obvias de riesgo profesional, el visitante no debe expeler, salivar ni babosear, no es estético.....aunque si el vino sabe a roedor embotellado siempre hay jardines alrededor que ayudan a liberar una mala experiencia. Jardín no es sinónimo  de macetero, pote o adorno floral.


- Airear el vino no siempre es beneficioso, hay vinos que deben ser catados inmediatamente después de abiertos y eso se sabe en cuanto se prueba. Solo algunos vinos se benefician de la oxigenación, haciéndolos más suaves.

 - El vino debe ser servido para la cata en forma anónima, para evitar que el conocimiento previo nuble la apreciación misma. Si conoces la bodega y sus productos  tu calificación se ve afectada por las expectativas. Y si eres un estudioso de las cosechas de cada lugar, al decirte el año ya te contaron la mitad de la historia,  sabrás el producto del  clima del 2002, 2003 ó 2004. Los catadores a mi alrededor se devanaban los sesos tratando de adivinar ciertos detalles. Descubrí que yo no conozco detalles, el Tupungato ni siquiera tiene título y el Carricondo tampoco cosecha.


-Hasta el año 2008 sólo había escuchado del encuentro de dos mundos referido al descubrimiento de América, pero, también en el vino existe ese concepto. El viejo mundo son los tradicionales productores de España, Francia, Italia, Austria, Alemania. El nuevo mundo es efectivamente Norte América, Sud América, Sudáfrica, Australia y Nueva Zelanda. Y en base a este concepto se realiza una cata de vinos similares pero con distinto origen. 


Definitivamente no aprendí nada en esta cata horizontal, no pude decir más que...qué bueno, qué rico....y me pasee por todos los rincones donde ofrecían un trozo de queso azul sobre pan francés para acompañar el cabernet sauvignon preguntándome si el lenguaje de experimentar es enseñado o producto del disfrute en la degustación.  La pobreza de mis expresiones lingüísticas eran casi patéticas, aunque estoy convencida que la mayoría de quienes paseaban con una copa en la mano eran snobs jugando a rituales sociales recién descubiertos.


Lo bueno de estas catas es que uno se va alegrando a medida que avanza el día, termina casi tan ignorante como comenzó pero ya no importa....y al día siguiente comienza de nuevo. Viva el Tempranillo de San Luis Obispo y el Pinot Noir que me recordó en el gusto a guindas y cerezas, lo máximo que aprendí en cuatro días de entrenamiento.

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