miércoles, febrero 04, 2009

Distopías

Del Antisemitismo Bolivariano
Ibsen Martínez

Lo que el antisemitismo chavista combate es sólo una entidad abstracta e imaginaria llamada `los judíos’, a la que convierte en símbolo y alegoría de todo aquello que la moral política de izquierda ha enseñado a odiar Saúl Uzcategui/TalCual

1.Comencemos por recordar cuán difícil era mostrarse deshinibidamente antisemita en el tiempo que siguió inmediatamente a la Segunda Guerra Mundial. El Holocausto, como atinadamente ha señalado el escritor húngaro­catalán, Mihály Des, desacreditó de un modo tan despiadado el antisemitismo que este tuvo que replegarse durante varios decenios. Pero en modo alguno desapareció. "Para que el odio más persistente de la historia volviese a ganar la plaza pública hacía falta convertirlo en algo políticamente correcto", discurrió Mihály Des en un brillantísimo ensayo titulado `El antisemitismo posmoderno’( Revista Lateral, Barcelona, octubre 2003). Y añadía: "Era preciso encontrar una culpa universal para los hijos de Israel, algo en la línea de antes: asesinos de Jesús, usureros chupasangres, líderes del capitalismo y del anticapitalismo. Esta oportunidad la ofreció el estado de Israel, cuya disputada creación, dicho sea de paso, fue apoyada, no sólo por la desaparecida URSS, sino por toda la `progresía’ mundial y a favor de la cual votaron todos los compopnente del­desaparecido­ imperio soviético". Pero los intereses geopolíticos de la antigua URSS durante la llamada Guerra Fría estaban en el mundo árabe. Siendo así, y sin hacer en esto, por cierto, distinción del hecho de que siempre existió un sionismo "de izquierda", para la izquierda mundial el sionismo se convirtió en uno de los enemigos de la paz. Lo que sigue es lo esencial de la visión que ofrece Mihály Des sobre el alarmante fenómeno del neoantisemitismo: " Si las sucesivas guerras y amenazas a las que el Estado de Israel ha estado expuesto desde el mismísimo día de su creación no lograron, a pesar de todo, despertar un generalizado sentimiento proárabe y antisraelí, sí lo ha hecho la lucha del pueblo palestino. Según la opinión dominante en el mundo islámico y entre buena parte de la izquierda europea (en compañía de la extrema derecha), Israel es un Estado racista y represor, que está cometiendo un genocidio. Este radical diagnóstico ofrece la base ideológica y sentimental de dos nuevos tipos de antisemitismo: uno islámico, particularmente agresivo y otro occidental, de origen izquierdista y liberal. El primero se traduce en actos violentos. El segundo los legitima."

2.En efecto, el colapso del imperio soviético y la bancarrota de lo que Lyotard bautizó como "Los Grandes Relatos" que explicaban el mundo y orientaban el juicio político, y hasta estético, de las "buenas consciencias" revolucionarias, trajo consigo una desorientación descomunal que ha llevado a buena parte de la izquierda mundial a volcar su interés sobre la causa palestina con sistemático maniqueísmo, característico de todas las iglesias. El mismo maniquesimo que en el pasado dejó ciega y acrítica a esa misma izquierda frente a los horrores de la Unión Soviética y con el que todavía venera ese formidable fracaso que es la Revolución Cubana. ¿Se trataría, pues, de la misma historia de siempre? La novedad que observaba Mihály Des está en que esa defensa indiscriminada e incondicional de los palestinos empieza a incluir elementos "clásicamente" antisemitas.

3.Sólo a manera de ejemplo, Mihály Des llamaba la atención sobre numerosas caricaturas aparecidas en diarios españoles, ideológicamente muy diversos, en torno al conflicto palestino-israelí. En casi todas, la figura del israelí es representada como el judío de la propaganda nazi: un tipo siniestro y encorvado con una enorme nariz ganchuda. El mensaje nada subliminal es el mismo de José Saramago o de la website "Aporrea": ahora los judíos son como sus antiguos verdugos. Al comparar las atrocidades de guerra que Israel ha cometido en los últimos años­ que nadie podría negar, de tan documentadas­con la eliminación industrial de millones de seres humanos que no ofrecían resistencia, es proponer una falacia histórica que justifica el mismo trato con los israelíes que los nazis les dieron a los judíos. Esos caricaturistas se indignarían si alguien los acusase de fomentar el odio racial. Y es que, hasta ahora todos los antisemitas de la Historia estaban encantados de serlo. Aquí aparece precisamente el signo distintivo del antisemitismo posmoderno y "políticamente correcto", el que arropa la postura antimseimta de Chávez: es un antisemitismo que no se reconoce a sí mismo como tal.

4.Es típico de la izquierda posmoderna, pretender ser la valedora de los que no tienen voz. Roger Bartra lo explilca muy bien al decir que, desprovista ya de racionalismos dialécticos, gracias al descrédito universal de esa metafísica llamada "marxismo", la izquierda ha optado por armarse de emociones. Los terroristas del integrismo islámico, por lo general, no escriben artículos ni ensayos. El desaparecido pensador estadounidense de origen palestino, Edward Said, no fue un terrorista. Fue, sin embargo, hasta el día de su muerte un formidable enemigo de Israel y de la política de los Estados Unidos en el Medio Oriente. Propugnó siempre para el Medio Oriente una política árabe, secular, que excluyese y condenase la instrumentalización del fanatismo religioso que nutre las misiones suicidas que, a su vez, brindan justificación a políticas punitivas como las de Ariel Sharon. A raíz de los atentados del 11 de septiembre de 2001, Said repudió, explícitamente y sin ambigüedades, las misiones suicidas, a las que tachó de "inmorales y equivocadas". A Chávez, en cambio, tomar distancia por igual de las políticas militares punitivas israelíes y del terrorismo de Hamas lo aniquilaría como vedette de la izquierda posmoderna. Irresistible se me hace lo que ya hace algunos años afirmó [Alain ] Finkielkraut sobre los antisionistas de izquierda, es decir, que "como no tienen la menor idea de lo que es el antisemitismo, reproducen su horror". Lo grave de lo que viene ocurriendo en Caracas no sería sólo una "judeofobia" que ya se anuncia dirigida contra judíos concretos, de carne y hueso, conciudadanos nuestros. Lo que el antisemitismo chavista combate es sólo una entidad abstracta y absolutamente imaginaria llamada `los judíos’, a la que convierte en símbolo (mejor, en alegoría) de todas las cualidades que la moral política de izquierda ha enseñado a odiar: el racismo, el imperialismo, el reino del dinero, el fanatismo religioso... Ahora bien, como en esto es precisamente en lo que ha consistido desde siempre el antisemitismo, ¬en odiar no a un judío concreto, sino a `los judíos’¬, se entiende que sean los judíos concretos venezolanos y no los meramente alegóricos (que no existen) los que se sientan directamente aludidos por esa arma de largo alcance en que consiste la retórica y la violencia que se dice antisionista y nos es más que terrorismo antisemita al desnudo, milenario, mondo y lirondo.

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